miércoles, 10 de noviembre de 2010

Las competencias: el nuevo eje de las reformas educativas - Claudio Rama

Artículo publicado en El Nacional, Caracas, Venezuela, Sección: A tres manos, 09/11/2010

Desde los noventa la región tuvo una oleada reformista educativa basada en la introducción de la evaluación y acreditación, en una etapa marcada por tensiones entre la autonomía y la regulación externa que propendía a dar mayor rendición de cuenta y establecer líneas de base y de mejoramiento de la calidad. Fue un largo ciclo que creó agencias de acreditación de calidad: en su inicio voluntarias, basadas en indicadores de insumos y procesos, de tipo académicas, presenciales, algo burocráticas y cada vez más formales pero que contribuyeron a crear una cultura de la calidad e iniciar un lento camino de reformas continuas en los sistemas universitarios.
Hoy este camino de las reformas de primera generación está dando paso a una segunda fase que profundiza en los mecanismos de aseguramiento de la calidad a través la evaluación de los resultados mediante exámenes de ingreso y de egreso buscando medir los aprendizajes reales y no la mera evaluación del proceso de enseñanza que tiende a ser subjetivo y donde las “tribus” universitarias imponen sus propios paradigmas de calidad; así como por acreditaciones internacionales más rigurosas y objetivas; y la recertificación periódica de competencias con un mayor peso de los colegios profesionales.
Pero al tiempo la región está en los inicios de una segunda generación de reformas universitarias que pone el acento en el currículo por competencias y promueve una nueva articulación entre educación y trabajo. Sea a través de la incorporación de pasantías, competencias genéricas, estudios de casos y modelos de simulación o en movilidad internacional, hay una focalización en el efectivo aprendizaje de competencias. Esta reforma enfrenta - como la anterior en su momento- múltiples resistencias, en tanto es vista con temores por la pérdida de control de las universidades sobre la dinámica educativa, sumisión a demandas de mercado, lógicas mercantiles, pertinencias globales o inclusión de saberes no profesionales en la formación de grado.
Sin embargo, esta estrategia curricular es mucho más amplia y por ello es el centro de las nuevas reformas y debates universitarios. Se centra en que el valor de los conocimientos se asocia a su uso y a las capacidades medibles que permiten construir y se constituye en la nueva forma de medir el capital humano. Es parte de un camino que plantea el “saber hacer” como objetivo inseparable del “saber” e implica un cambio sobre que es y quién define la calidad, al tiempo que propende a un nuevo enfoque para definir la pertinencia de las instituciones educativas.
Este enfoque no es sólo una referencia teórica: construye una particular organización de la dinámica educativa centralizada en el aprendizaje por encima de la enseñanza, incorpora a los Colegios profesionales y la sociedad en los rumbos educativos, sincroniza el trabajo y sus cambiantes complejidades a la enseñanza, define pedagogías por cada competencia, concibe la calidad como la cartera de competencias de las personas y impone múltiples alianzas entre educación y trabajo. En lo teórico, gesta pedagogías centradas en el entorno y rearticula los enfoques academicistas ante la variedad de demandas sociales que derivan en diversidad de competencias, múltiples pertinencias y mayor libertad de los estudiantes, en sus caminos de vida al interior de la creciente sociedad global del conocimiento.
Es parte de un cambio en los profesionales ante su masificación donde ya no son operadores de cadenas de montaje de actividades estandarizadas, simples y repetitivas, ni cuellos azules, ni meros teóricos de esos procesos, sino que son parte activa de la incorporación de valor agregado de conocimientos en la producción y que requieren por ende nuevas competencias como las interculturales, investigativas, innovativas, idiomáticas, interdisciplinarias, interactivas, integrales, internacionales, etc. que crecientemente hacen a la vida laboral y social.
Es éste un debate incipiente y aún caricaturezco: para unos como camino hacia la calidad, la pertinencia y la internacionalización en esta sociedad global del saber; para otros un paso en la mercantilización del conocimiento, el vaciado de contenidos y la robotización profesional. Pero así empiezan las discusiones y los procesos de creación de ideas y de definición de estrategias: con el camino de la discusión política.