El acceso a la educación superior en Uruguay: ¿azar o mérito? -
Eco. Claudio Rama (Dr. ED; Dr. DER)
Artículo publicado en La República - 20 agosto 2018
Los países han establecido mecanismos selectivos de
acceso a la educación superior en base al merito, acompañados desde los años 70 por políticas
proactivas compensatorias, asociadas a la “justicia con equidad”. Uruguay a
diferencia ha permitido el acceso a todos a la educación superior
pública sin ningún mecanismo de selección: ni aranceles, ni exámenes
evaluativos, ni cupos limitantes, ni mínimos de aprobación de créditos o tiempo
de estudio. Ello derivó en alta cobertura, pero a la vez bajos niveles de
aprendizaje, alta deserción estudiantil y altos costos por titulado. Este sistema de
acceso libre, sin control incluso de asistencia, refuerza su tendencia
estructural a la baja calidad ante la ausencia de mecanismos externos de
aseguramiento de la calidad. Sin embargo, parecería estarse modificando –en
parte al menos- hacia un sistema selectivo de cupos con acceso por azar, aún
más trágico para el país.
En
algunas carreras se han establecido cupos, pero que se distribuyen por azar y
no por méritos. Se sostiene ahora que por limitaciones de espacio y de calidad,
el azar es el mecanismo más democrático para seleccionar el acceso. Es un enfoque de igualitarismo de la suerte, frente
a lo que llaman la desigualdad de los méritos como mecanismo de selección. El
mérito es visto como herencia de clases y
de los padres, y se proclama al azar como un acto democrático, y eje en la
construcción de una sociedad de iguales.
Veamos los casos. El ingreso actual en la
UDELAR en el área de salud a la Escuela
Universitaria de Tecnología Médica (EUTM), en el Instituto Superior de
Educación Física (ISEF) y en la Escuela de Diseño de la Facultad de
Arquitectura (total casi 25 carreras), se realiza mediante
sorteo de cupos predefinidos. Es un acceso por azar y donde los que se
prepararon más tienen las mismas chances que los que no se han esforzado ellos
o sus familias. Ello va a contramano de la Declaración de los Derechos Humanos
que firmó Uruguay que dice que “el acceso a los
estudios superiores será igual para todos, en función de los méritos
respectivos”.
En el Instituto Superior de Educación Física
que antes realizaba pruebas prácticas y teóricas para seleccionar a los
mejores, desde el 2013, cambio la política de
acceso y decidió sustituir la prueba teórica de múltiple opción por el sorteo y
mantener la prueba práctica, y desde el 2014 eliminó la instancia
práctica, y el azar es la única barrera para acceder tanto en Montevideo como
en el interior. Igualmente tiene cupos
para el sorteo por departamento y para extranjeros. Se ha llegado a sostener
que “no había ningún motivo que pudiera justificar el hecho
de seleccionar. Ni a nivel práctico ni a nivel teórico porque la selección
se hace únicamente por la existencia de cupos”. También se planteó
que es una cuestión de clase social ya que habían clubes privados que
entrenaban a los aspirantes a ingresar al ISEF y que la gente que podía pagar y
que había tenido, en su etapa de estudiante escolar, acceso a piscinas iba a
tener mayor posibilidad que aquellos que no. Se argumenta que
el sorteo es el mecanismo más democrático de
selección ante las limitaciones de recursos y la alta demanda de acceso, y que liberar el ingreso a todos implicaría que los
estudios tuvieran menor calidad
académica. En el caso de la Escuela Universitaria de Tecnología
Médica (EUTM), la selección por azar es a sus 18 carreras del área de
tecnología médica en las 3 sedes y no importan los méritos. El sorteo es
ordenado y centralizado, y se realiza
por Internet con presencia de un escribano público, como parte de una política
explícita del Consejo Directivo Central (CDC) de la UDELAR, bajo el actual
Rector Markarian. Existe una página web para inscribirse en esos sorteos. https://preinscripciones.udelar.edu.uy/index.php?script=27
La Declaración
de los Derechos Humanos, que firmó Uruguay, establece una concepción por la
cual el mérito es el criterio central para determinar el ingreso a la
universidad en condiciones selectivas y que reconoce los esfuerzos de las personas. Ello
además se asocia a quienes posteriormente tienen una mayor eficiencia de titulación. Igualmente, también
el mérito, por su mayor correlación a los graduados, se conforma con la mejor
asignación de los impuestos de las personas, dadas las externalidades positivas
para todos de los egresados. En este cambio “anti- meritocrático” si el mecanismo
de acceso estudiantil se constituye en el azar (para quienes han cumplido el
mínimo de ser bachiller), también cabría que la selección de los profesores debería
ser por azar entre aquellos que cumplan los mínimos niveles. El máximo y la
calidad dejan ser el mecanismo de selección social y del rol educativo, para pasarse a igualar
por abajo, donde el azar se conforma como el mecanismo más idóneo.
El rechazo al
mérito, para algunos se apoya en que crea desigualdades en tanto pone a la
competencia y el éxito individual en el centro de los vínculos entre los seres
humanos, e instaura una estructura de sectores privilegiados asociado a la
educación y a las competencias y habilidades del conocimiento. El azar sería
una forma de anular el mérito previo, aunque éste no elimina la desigualdad que
crea la propia educación.
Sin embargo,
cuando uno analiza las carreras donde no hay selección y hay además gratuidad, los
pobres no ingresan a la educación superior. Con la selectividad es posible
asignar mejor las becas a los que no tienen ingresos, reducir la deserción y
tener mejor calidad. Con el azar no. Tienen tanta posibilidad de ingresar los
mejores como los peores. Es la justicia social del azar contra el esfuerzo. Al
final el azar del sorteo es casi igual que el azar de la cuna, ya que no
depende de los esfuerzos personales. Es claro que una sociedad justa debe
buscar compensar las desigualdades, pero no será justa una sociedad sino
recompensa los esfuerzos. Aquellas
desigualdades de las que las personas no son responsables son inmerecidas e
injustas, mientras que las que derivan de la responsabilidad individual y el
esfuerzo si son merecidas y justas. La sociedad uruguaya estableció la
gratuidad en el acceso a la educación superior pero al mismo tiempo reconocía
el principio del mérito. Hoy lo está abandonando. Es la misma filosofía del
cambio de los abanderados. Pero peor aún, para la educación superior.
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