Entrevista: "La Universidad: un lugar para sobrevivir"
La Nación, Buenos Aires
9/25/2006
por Raquel de San Martín
En diez años prácticamente se duplicó la cantidad de estudiantes en las instituciones de América latina "En América latina, la estrategia de sobrevivencia de los hogares es que los hijos vayan a estudiar." Así explica Claudio Rama, especialista en educación superior, el crecimiento sostenido de la matrícula en las universidades latinoamericanas, que casi se duplicó en los últimos diez años y hoy reúne a unos 14 millones de jóvenes en universidades que, sin embargo, no siempre pueden satisfacer estas expectativas de movilidad social.
En este escenario, además, la Argentina se destaca: con más de 450 universitarios cada 10.000 habitantes, supera largamente el promedio continental de 259 estudiantes.
En palabras de Rama, las universidades se encuentran en una transición -en una "tercera reforma"-, que las obliga a diversificar sus fuentes de financiamiento, enfrentar la creciente regulación del Estado (en contraste con el libre mercado de los 90) y decidir su modelo institucional: generalistas o especializadas, volcadas a las necesidades del país o a sus propias prioridades, con la mirada en su región o abiertas al mundo.
Economista, especialista en administración y en gerenciamiento educativo, Rama, uruguayo, acaba de completar cinco años al frente del Instituto Internacional para la Educación Superior de América Latina y el Caribe (Iesalc), de la Unesco, y visitó el país para presentar su libro "La tercera reforma de la educación superior en América Latina" (Fondo de Cultura Económica).
-¿Qué es la tercera reforma de la educación superior?
-Se define por un contexto de fuertes cambios que está obligando a que las universidades se transformen y se modernicen. Una de las novedades es la reaparición del Estado en materia de regulación, con los sistemas de aseguramiento de calidad, los consejos de rectores, la aparición de ministerios de educación superior. Las autonomías universitarias están perdiendo parte de sus tradicionales niveles y las instituciones que tenían libertad de mercado ven reducido su margen de independencia.
-¿La nueva intervención estatal incluye más financiamiento?
-Los niveles de inversión en educación superior en América latina son menores que los niveles de países industrializados. En Estados Unidos, la inversión por alumno es de 15.000 a 18.000 dólares y en nuestros países es de 700 dólares promedio. Ahora, en un escenario de masificación de la educación, en el que cada vez es más cara, ¿es posible que el Estado financie la totalidad de las demandas educativas? El financiamiento de las universidades está demasiado basado en el modelo "matrícula" en las privadas y "gasto público" en las públicas. Pero las universidades son productoras de conocimiento, pueden asociarse a los derechos de autor de lo que crean sus docentes, a las patentes. Los profesores son trabajadores intelectuales con capacidad de generar bienes y servicios. Y se pueden considerar cambios en las modalidades pedagógicas. La educación presencial es más cara, quizás haya que incorporar otras modalidades.
-Menciona la masificación como parte de esta reforma.
-Sí, la matrícula en educación superior viene creciendo significativa y sistemáticamente. En 1970 teníamos una cobertura del 6% en la población de 20 a 24 años del continente. Hoy es del 31%, en promedio. Desde los años 60 viene creciendo, en una pendiente cada vez más elevada.
-¿Qué quiere decir eso?
-Significa que la estrategia de sobrevivencia de los hogares en América latina es que los hijos vayan a estudiar. La tasa de crecimiento de la educación es superior a la tasa de la población, de la economía, del ingreso per cápita de los hogares. La gente se está sacrificando para estudiar, porque la tasa de desocupación de los universitarios es muy inferior y sus niveles de remuneración son significativamente superiores. Se asocia la movilidad social y los mecanismos de aumento de ingresos con la educación.
-¿Están preparadas las universidades latinoamericanas para satisfacer esas expectativas?
-No podemos decir que todas lo estén. Hemos pasado de un modelo de exclusiva tipología universitaria a una alta diferenciación. Hay universidades religiosas, civiles, autónomas, regionales, de emprendedores, virtuales, institutos superiores. Ha sido la diversificación universitaria lo que ha permitido aumentar la cobertura. El problema es que también tenemos una diferenciación de calidad: hay instituciones buenas y malas, públicas y privadas.
-¿Y el aspecto internacional?
-Es el tercer componente de los cambios, que significa el pasaje a una educación sin fronteras. No sólo por las tecnologías de educación virtual, sino por las posibilidades de movilidad estudiantil y docente. ¿Vamos a seguir teniendo fábricas nacionales de educación o vamos hacia fábricas de educación sin fronteras? ¿Los países están dispuestos a que su educación esté en manos de extranjeros? El tema es difícil porque el conocimiento ya no es nacional y los estudiantes son efectivamente globales.
-¿No hay necesidades nacionales que las universidades de un país deberían atender?
-Hay una enorme diversidad de intereses en los países. Hay que reconocer esa diferenciación y la ausencia de modelos. ¿Deben las universidades establecerse en los parámetros de la nación o deben tener la autonomía de encontrar su nicho? ¿Hay universidades que se pueden dedicar a disciplinas que no sean prioritarias para las políticas públicas?
-¿Que futuro ve para las universidades públicas masivas?
-El Estado tiene un rol fundamental en la educación. Pero el tema es la capacidad de la estructura de gestión. Muchas veces las instituciones autónomas no son democráticas en su organización. Las universidades necesitan más flexibilidad.
-¿A qué se puede deber la crisis de la UBA?
-Muchas veces los marcos normatitvos sobre los que se estructuran las instituciones son eficientes en un momento y eso puede cambiar. También, la UBA era monopólica hace muchos años y hoy el contexto cambió. Mucha gente dice que las macrouniversidades deberían ser sólo centros de posgrado e investigación, por ejemplo. Lo que sí necesita la UBA es un gran debate sobre el rol de la educación superior. No sólo pensar la sociedad, sino pensar cómo organizar su estructura para producir los saberes que la sociedad necesita.
Etiquetas: América Latina, educación superior articulación universidades, Tercera Reforma, universidades
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