He estado una semana trabajando en la Universidad Autónoma de Yucatán (UAY), en México, dictando conferencias y trabajando con los representantes estudiantiles en el Consejo Universitario, los representantes docentes, los directores de postgrados de las Facultades y los Coordinadores de ellos, y las autoridades de la Universidad en el marco de un Diplomado en Gestión Estratégica de Instituciones Educativas. Creada en 1922, pero continuación de diversos momentos institucionales que se apoyan en la propia Real y Pontificia Universidad de San Francisco Javier creada en 1624, la UAY es una expresión firma de una universidad regional, anclada en su región, y al tiempo abierta a procesos de renovación.
Ha sido una buena y gratificante experiencia para poder ver la creciente dinámica del sistema universitario mexicano, cada vez más complejo y diferenciado, cada vez más regulado e incentivado. Los diversos programas como CUPIA (Evaluación para la asignación de recursos basada en una formula de desempeño), el PROMEP, CONACYT para los postgrados, el PIFI (Programa Integral de Fortalecimiento Institucional), el CENEVAL que realiza los exámenes de nivel I,II y III para el ingreso a los diversos niveles y el propio examen EGEL asociado al ingreso a las profesiones), las CIES y los organismo acreditadores del COPAES, y otros, van mostrando la pluralidad de motores de incentivo, renovación, control y evaluación, que sin lugar a duda han construido uno de los sistemas más signIficativos de la educación superior en la región. Si agregamos la larga tradición de las pasantías profesionales y las más recientes del REBOE (registro obligatorio de complimiento de los estándares mínimos de oferta de programas para las instituciones privadas), o inclusive los más recientes como el acuerdo en el marco de ANUIES de un sistema nacional de créditos académicos, o los procesos de recertificación obligatoria que llevan adelante varios Colegios, en parte incentivados por el TLC, conforman una dinámica muy compleja y que va promoviendo altos niveles en la calidad de la educación superior. En este contexto se inserta activamente la Universidad Autónoma de Yucatán. Es también un contexto creciente mercantil, competitivo, de crecientes demandas sociales de acceso, de expansión de saberes, de nuevas tecnologías y concepciones curriculares,, etc, que sin duda complejizan la gestión universitaria.
Es un proceso en curso. Una acción inacabable de construcción de la calidad, la eficiencia, la pertinencia y de realizar los misiones y las visiones. Sin embargo, esta coherente dinámica de la Universidad permite reflexionar sobre los requisitos para una universidad regional de calidad. Entre esos elementos necesarios focalizamos los siguientes ejes: La gobernabilidad; la existencia de un equipo unido, incentivado y orientado al mejoramiento institucional en la gestión a los diversos ámbitos institucionales; la existencia de planes estratégicos a partir de diagnósticos profundos y participativos; la continuidad de los planes y trabajo más allá de las administraciones y autoridades; la no partidización e ideologización de la dinámica universitaria y de la acción de la dirección, tanto dentro como fuera de la institución; una visión global y abierta a insertarse en las tendencias en el mundo y una activa inserción en su entorno y en su ámbito regional, parecen constituirse como los componentes más importantes para universidades dinámicas regionales que permitan construir universidades del siglo XXI.
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