Invitado por la Universidad Puerto Rico (UPR) en su sede de Bayamón, tuve la oportunidad de reencontrarme con la vida académica de Puerto Rico dictando dos conferencias en su Congreso Docente. Esta bella isla, pais y cultura, está muy asociado a mi vida personal desde 1971 cuando estando mi padre de profesor alli viví por tres meses, en muchos viajes de descanso y trabajo y recientemente en el 207 cuando estuve tres meses en la UPR en un visiting profesor gracias a un felow de la Fulbrith Fundation. La educación superior en Puerto Rico nos muestra un ojillo de algunas de las realidades de los Estados Unidos y de América Latina. Siempre he sentido a este país, mas allá de su estatus político, una visagra de dos mundos. El modelo universitario puertorriqueño, como el americano, se apoya fuertemente en un sistema de becas que se otorgan a los estudiantes en función de sus ingresos. Son fondos que se le otorgan a los estudiantes y con los cuales estos pagan a las universidades. En la UPR el 65% de los estudiantes tienen becas y pagan a la universidad montos menores que otras universidades lo cual les permiten quedarse con recursos adicionales para mantenerse y poder estudiar. La gratuidad en el acceso se sabe que muchas veces no es suficiente para retener a los estudiantes. Sin embargo por los conflictos sociales del 2009 y de una larga huelga de casi 4 meses en la Universidad, la UPR tiene en alto riesgo su acreditación en lo referido al indicador de gobernabilidad y proceso de enseñanza-aprendizaje. Ello seria trágico, ya que las becas en el sistema universitario solo puede recibirla los estudiantes que ingresen a instituciones acreditadas. Ya la UPR ha perdido casi el 20% se dice de inscripciones por la huelga, al pasarse muchos estudiantes a la educación privada. En ese contexto, la universidad está fuertemente abocada a reforzar fortalezas y encarar necesarias reformas. Es parte de una lógica competitiva que ayuda al sistema y que impone reglas de calidad, de gobernabilidad, de eficacia del proceso y también de capacidad de mantener costos bajos. Sin duda una lógica muy distinta a la que se da en la región, donde ni son significativos los indicadores de gobernabilidad, ni tampoco los estudiantes tienen un sistema de becas con libertad de selección en función de sus conveniencias. Los conceptos de la calidad solo refieren a indicadores academicistas y no a los efectivos. No en balde en los Estados Unidos están las mejores universidades. Muchas cosas se deberían estudiar y aprender de ellos en los caminos de pensar universidades de calidad y procesos de enseñanza focalizados en los estudiantes
Etiquetas: acreditación, Universidad de Puerto Rico
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