domingo, 23 de agosto de 2020

El poder efímero y el nuevo mundo digital - Semanario OPINAR

 

El poder efímero y el nuevo mundo digital

Eco. Claudio Rama (Dr. ED; Dr. DER)

Moisés Naím, un sólido economista y académico venezolano que llego a ser Ministro de Fomento y Director del Banco Central hace muchos años,  y que en las últimas décadas se dedicara al periodismo, publicó hace algunos años, un muy exhaustivo y largo estudio titulado “El fin del Poder”, y en el subtitula y analiza como el poder ya no es lo que era y estamos frente a una nueva realidad de los poderes.

Los análisis sobre el poder son uno de los centros de reflexión de la sociedad.  Desde las microfísicas del poder entre todas las relaciones humana que Michel Foucault analizara muy asociado a la asimetrías informacional o de acción, o como resultado de patologías humanas que mostrara la destructividad humana con Erich Fromm, o como mecanismo para obtener fines con el estudio del genio tenebroso de Fouché y su capacidad camaleónica de cambio de posición política por Stefan Zweig,  entre otros cientos, el poder, esa extraña telaraña que envuelve a las personas y las organizaciones, es el nuestras vidas, de las empresas, los gobiernos y sin duda de los sistema políticos.

El poder, y su búsqueda y preservación, es una de las claves de la seguridad de las personas y de las sociedades y de allí emanan los infinitos libros sobre la geopolítica y el poder. Pero esta telaraña estructurada para poder hacer e imponer, tiene sus propias reglas y procedimientos, como se lo escribiera Nicolás Maquiavelo al Príncipe orientado en este caso a que el fin justifica los medios, o de Sun Tzu en El arte de la guerra, que pone el acento en la estrategia institucional de como organizaciones, o incluso personas, pueden conquistar el poder. No hace pocos días en nuestra aldea oriental, esas reglas fueron puestas en la mesa, mostrando la incapacidad de poder manejar y convivir con las complejas reglas del poder y de las telarañas de interacciones y negociaciones, que derivó en quién alcanzara rápidamente algunos de esos espacios de poder institucionales y culturales, los abandonara esos espacios de redes interpersonales y sociales, por reconocimiento de la incapacidad de comprenderla y actuar en consecuencia.   

Naim, nos introduce en una nueva lectura fascinante sobre el poder en los actuales tiempos y nos muestra que el poder se está dispersando en cada vez más actores e incluso donde el poder “blando” de la cultura desplaza al poder “duro” de los ejércitos. Asumiendo que el poder está presente en todos los ámbitos de la sociedad donde existe rivalidad o incluso interacción entre personas y organizaciones, su análisis nos muestra la creciente democratización del poder, y dentro de ella en un traslado hacia los que tienen el conocimiento, siguiendo el criterio que escribiera hace algunos años con el estudio del cambio del poder, Alvin Toffler, para quien el poder en las organizaciones se estaba trasladando a las áreas de información. Pero Naím, nos muestra además que el poder es más fácil ahora de adquirir, más difícil de utilizar y muy fácil de perder.

 Asocia parte de estos cambios a la revolución digital, pero agrega además cambios en la economía global, la política, la demografía y los patrones migratorios. Es una confluencia de fenómenos sociales que llevan a la erosión rápida y continua de los poderes de personas, organizaciones, o países. El mundo global y una competencia incrementada, hace a cada poder más limitado y efímero, más inmerso en escenarios competitivos y de incertidumbre. El poder, como capacidad de imponer, se torna además difícil de ejecutar y cada vez menos personas u organizaciones tienen capacidad de imponer sus decisiones unilaterales y deben someterse a complejas negociaciones con pluralidad de actores.

Las barreras que protegen los poderes se han erosionado, y el alcance al poder está más cerca de todos. Ya no es sólo los 15 minutos de fama que podía decir Andy Warhol, sino que la  capacidad de vetar o imponer se hace más reducida en todos los ámbitos sociales y políticos. Los grandes actores existen sostiene, pero sus poderes relativos con cada vez más dependientes, ya que nadie tiene el poder suficiente para hacer que se sabe que hay que hacer. Además, el poder se fragmenta y dispersa, reduciendo la capacidad de imponer orden y facilitando incluso el caos.  Las redes de Internet, no tan potentes en el 2013 cuando se publicó la primera edición, ahora incluso pulverizan el poder académico o solo basado en la reputabilidad. Cualquiera es capaz de sostener cualquier argumento, sin ninguna base científica. Ya no hay amos del conocimiento, de las familias o de las sociedades. El planteamiento de Hobbes de que el deseo del poder es primario e implícito en todos los seres humanos, facilita la democratización del poder, a través de múltiples redes, tanto digitales como sociales, que finalmente facilitan la degradación de los viejos poderes concentrados. Que nadie tenga el poder para que todos los tengamos parece ser la máxima de las sociedades en redes.

El tema del conocimiento y las universidades es también objeto de su mirada al analizar el deterioro del poder, al visualizar como la existencia de pluralidad de proveedores educativos, de cursos abiertos por internet, de la pérdida del carácter de elite de la formación profesional y de pluralidad de modalidades, currículos y pertinencias universitarias, también impacta a los tradicionales olimpos del conocimiento que incluso lentamente empiezan a ver perder su capacidad de certificación. Sin duda, aún se mantienen las altas barreras que dar las certificaciones a múltiples mercados laborales y roles sociales, pero ya no están reservados a unos pocos, sino que hay una verdadera democratización de la educación superior.

La reducción de las barreras de entrada y de salida en todos los mercados en la sociedad digital, incluyendo los educativos, se constituye una de las bases de la erosión del poder y del deterioro de los monopolios o capacidades especiales de algunos actores en la sociedad a medida que se avanza en la sociedad digital, en la apertura, en la masificación de la educación y en la diversidad de paradigmas, y que es favorecido por el acceso masivo de internet y de los celulares inteligentes.

El poder sostiene Naím, se ha apoyado en la burocracia como actores claves en las intermediaciones y ello tiende a reducirse. La lógica digital, que impulsa la desintermediación en las organizaciones, contribuye lentamente a reducir el poder y trasladarlo –gracias a los algoritmos y las redes - hacia los ciudadanos que tienen más poder de escoger y están menos sujetos a las arbitrariedades o imposiciones de criterios. La burocracia, clave para ejercer el poder en las sociedades del pasado, y en sus tiempos instrumento de determinados actores de poder, se tornó en un fin en sí misma e implico un enorme peso sobre los recursos de las familias a través de los impuestos, hoy comienza a perder su función con las redes y la inteligencia artificial, facilitando a su vez la democratización de la sociedad y la demanda de mayor libertad de los ciudadanos al reducirse los costos de transacciones. Naím pone el acento en el declive del ideal burocrático weberiano que caracterizó un tiempo en la historia, y que está siendo confrontado por otras formas de organización social más basadas en la innovación disruptiva que en la formalidad tradicional y que con ellas logran responder más aceleradamente a las nuevas realidades y oportunidades y que a la vez democratizan las sociedades.