La tarea pendiente de virtualizar la educación
Publicado en el Diario La República, Montevideo, 3 de noviembre, 2011
América Latina está inserta en una macro reforma universitaria derivada de la existencia de múltiples transformaciones en los conocimientos, las teorías pedagógicas y los mercados laborales. Entre los factores que impulsan muchas de las reformas destacan las tecnologías digitales de información y comunicación en tanto permiten mejorar la adquisición de competencias, la retención de los contenidos y las pedagogías de enseñanza, y por ende permiten una mejor formación de capital humano para responder a las demandas laborales y sociales. Los impactos son muy amplios y las nuevas estructuras curriculares, la internacionalización, la adquisición de competencias, el autoaprendizaje a través de aplicaciones informáticas o los posgrados cada vez están articulados a esa digitalización y virtualización de la enseñanza. Estas posibilidades han sido, sin embargo, en algunos países limitadas ante las resistencias que implica el nuevo paradigma. Corporativismos, ideologías, comodidades, desconocimientos, temores, son la carne que alimenta la baja virtualización de los aprendizajes y de incorporación de pedagogías informáticas, y que finalmente contribuye a bajos niveles de calidad de la enseñanza.
Tales resistencias han limitado la plena utilización de las oportunidades pedagógicas de las tecnologías y algunos, sin mínimas competencias para pensar, cacarean que para garantizar la calidad hay que mantener la presencialidad. Este discurso inclusive alimenta la propuesta de un instructivo del MEC de autorización de programas que incluye casi un “policía académico” que supervise cada plataforma, o hace algunos meses la resistencia al Plan Ceibal al exigir como única prioridad presupuestal la infraestructura edilicia y salarios docentes presenciales.
A escala global cuando la calidad es el centro de la política educativa, se expande con fuerza la virtualización. Es claro, ella permite mejorar la adquisición de competencias, mayor transferencia y diversidad de información, mejor retención cognitiva, mayor interacción entre actores y recursos educativos, diversidad de recursos didácticos e instruccionales así como mayor autoaprendizaje base de la adquisición de competencias y de logros de aprendizajes efectivos. Siempre el hombre con herramientas modernas ha cambiado el mundo.
El país, positivamente, se ha focalizado en una computadora por niño. Pero este constituye apenas uno de los caminos de la virtualización en tanto informatización pedagógica de apoyo en el aula. Pero se requiere no sólo pasar del cuaderno al computador, sino del pizarrón a las pantallas informáticas en red. Y a nivel medio y superior, pasar del aula al campus virtual, impulsando instituciones y programas de educación semivirtuales y fundamentalmente 100% virtuales.
En materia de educación semipresencial desde la década del ochenta a escala mundial -pero no aquí- se han creando instituciones públicas y privadas de educación a distancia que en los últimos años se han virtualizado. Por doquier avanza la virtualización. Aquí frente en Argentina la Universidad Siglo XXI, Blas Pascal o la Católica de Salta, por no decir la Universidad de Quilmes o el Programa Siglo XXI de la UBA son apenas una muestra, más allá de que ello es solo una gota y prima aún un paradigma muy presencialista. En Brasil, donde más convendría mirar, Lula impulsó esta modalidad y creó la “Universidad Aberta do Brasil”. En 2011, el 16% de los nuevos estudiantes terciarios lo hacen bajo modalidades semipresenciales. En México, con más tradición académica y más rigurosas políticas y recursos, este año el 10,3% de los estudiantes superiores lo hace a distancia, la famosa UNAM tiene el 15% de su matrícula a distancia (8% virtual), se crearon 8 universidades 100% virtuales, tanto públicas como privadas, y esta semana se formalizó la creación de la Universidad Abierta y a Distancia de México que este año ofrecerá 12 mil plazas.
La región inició un lento camino de la educación a distancia a nivel universitario cuando se crearon instituciones y programas públicos de acceso a través de modelos semipresenciales para permitir democratizar el acceso. Con la digitalización, estos modelos, que antes tenían relativa baja calidad, mejoraron y se expandieron sensiblemente permitiendo ingresar aquellos que por infinitos motivos no podían beneficiarse de los tradicionales sistemas presenciales. Pero ya no son oportunidades supletorias para personas con discapacidad, de tercera edad, del Interior o privadas de libertad, sino para todos en tanto se logran mejores, más eficientes y menos costosos aprendizajes. Ya no hay posibilidad de alcanzar el acceso universal y una educación de calidad sin la virtualización educativa. Desde 2008, Brasil realiza un examen nacional de egreso para todos los estudiantes universitarios que muestra que los resultados de los aprendizajes entre ambas modalidades son iguales. Se verificó en crudos números el fin de un mito.
Es tiempo de nuevos paradigmas, de comprender las realidades y ver las enormes oportunidades educativas de las tecnologías, de flexibilizar los requisitos formales burocráticos del MEC, de trabajar para superar la tiza, la lengua y el pizarrón e inclusive de habilitar nuevos mecanismos de regulación, incorporando la efectiva evaluación de los aprendizajes a través de los exámenes de licenciamiento profesional como en Brasil (Examen Nacional de Aprendizaje – Enade), en México (Ceneval) o en Colombia (Isfes – Exámenes de Estado). Finalmente no importa dónde estudian las personas, sino que lo fundamental son sus aprendizajes reales medidos a través de exámenes finales iguales para todos. Deng Xiaoping no entendió y cambió el mundo: “No importa que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones”.
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