Esta semana tuve la oportunidad de conocer una parte del mundo universitario haitiano en el marco del "Coloquio Internacional sobre la Reformas Universitarias en el mundo" que organizó la Universidad del Estado de Haití y que tuvo la amabilidad de invitarme el Vicerector de Investigación el Prof. Fritz Deshommes. Más allá de ser una oportunidad para ver otros escenarios de la educación superior como Burkina Faso y Tunes y comprobar como las reformas están caminando aceleradamente en el mundo y tan lento en nuestra región, fue una oportunidad para visualizar un complejo sistema universitario como el de Haití. El espacio Universitario haitiano se redujo durante muchos años a la Universidad de Haití , transformada como Universidad Estatal de Haití por decreto del 16 de diciembre de 1960 del dictador Duvalier y que recién accedió a su autonomía posterior a la Constitución de Haití de 1983 con el comienzo de la democracia. Duvalier marco una fuerte huella con la transformación de la Universidad y su conformación a través del eje de la gestión puesto en las Facultades. Era un tema de poder fragmentar la universidad, más allá del nombramiento por el Presidente del país del Rector y los Decanos y directores de Escuela e Institutos. A la institucionalización democratica la Constitución dispuso que “la enseñanza superior es libre, y que es dispensada por la Universidad del Estado de Haití, que es autónoma, y por las Escuelas Superiores Públicas y las Escuelas Superiores Privadas autorizadas por el Estado (artículo 208). La Constitución vigente establece que la autorización de funcionamiento de las Universidades y Escuelas Superiores Privadas esta subordinada a la aprobación técnica del Consejo de la Universidad del Estado, a una participación mayoritaria haitiana a nivel del capital y del cuerpo docente, así como a la obligación de enseñar especialmente en la lengua especial del país. (Artículo 210). Sin embargo, aunque la Constitución dispuso que una ley orgánica deba reglamentar la creación, la localización y el funcionamiento de las Universidades y las Escuelas Superiores públicas y privadas del país. (Artículo 212), la ley sin embargo nunca fue promulgada, ni se ha requerido el informe de la Universidad pública y el país se ha llenado de decenas de universidades privadas de baja calidad en un contexto de carencia de reglas de funcionamiento, a través de la gestión de una Dirección de Educación Superior del Ministerio de Educación.
La Universidad del Estado de Haití es una institución dividida en sus 11 entidades (Facultades, Escuelas e Institutos) que mantienen un peso determinante en la dinámica de la Universidad. Es una institución fragmentada y mera sumatoria de sus 11 unidades que funcionan totalmente autónomas, en términos de creación de programas, sedes, acceso, calidad, inclusive reglamentos de eleccion, etc. Es parte de una estructura de poder articulada en un Consejo Universitario compuesto por tres representantes de cada Facultad más las autoridades centrales que promovió una federación de facultades casi sin poder central reducido a meros intentos de coordinacion muchas veces, y que ha facilitado los bajos niveles de calidad y carencia de políticas de politicas comunes y coherentes que requiere toda institución. Se basa además en un modelo gratuito y de restricciones al ingreso a través de las unidades y un presupuesto público de cubre el 90% de los gastos. Postulan cerca de 30000 candidatos anualmente, ingresan 3000 y egresan cerca de 2200 por año, la mayoría de los cuales no concluye la realización de las tesis. Es un modelo con ausencia de estándares de calidad y bajo nivel de formación docente, en tanto la Universidad carece de postgrados, de un sistema de carrera académica al interior de la universidad y donde los profesores de tiempo completo son apenas el 10% de la plantilla docente. Su presupuesto es el más bajo de la región y su gasto por alumno es menos de 400 dólares anuales, en el marco de un presupuesto de 10 millones de dolares para 20 mil alumnos y que es el mas bajo de America Latina. En el marco de este funcionamiento de baja calidad, alta selectividad y carencia de estadísticas e información, se expandió una educación privada, que aunque diferenciada, en general es aún con menores estándares de calidad y sin regulaciones. Es una expansión acelerada ya que no existe una ley de regulación, el país tiene muy bajos niveles de ingresos per capita y la selectividad pública es muy alta. Si bien se ha intentado avanzar en marcos normativos de regulación, el sistema político que se construyó para superar a la dictadura histórica de Duvalier es muy débil con fuertes contrapesos de poder entre la Presidencia, el primer Ministro, el Senado y la Cámara de Diputados que ha dificultado poder establecer un ámbito de regulación de calidad y de estándares mínimos. En este contexto funciona la UEH, cuya balcanización también le ha restringido su capacidad de incidir en la regulación nacional y el establecimiento de estándares de calidad para ella misma, y con ello también incidir en el país, dado que en tanto casi la totalidad de sus profesores son de tiempo parcial y por ende todos trabajan en varias universidades. Los niveles de formación son en su casi totalidad de licenciados con muy poca presencia de profesores con algún nivel de estudios de postgrados, en tanto la universidad carece de estos cursos y no hay carrera académica o sistema de incentivos que lo promueva.
La universidad está encarando una reforma desde hace tiempo pero que ahora con el nuevo equipo rectoral toma un nuevo y fuerte impulso. Tiempo de establecer nuevos ejes de reflexión sobre ella misma y la necesidad de dar mas unidad y coherencia a su política para a su vez poder contribuir más eficientemente a dinámicas de regulación sistémicas.
Existen algunas universidades privadas de elite, pero en general la mayoría son universidades de bajos costos y calidad, en el marco de un modelo educativo exclusivamente presencial y nacional, dada la restricción constitucional a la existencia de instituciones extranjeras así como de profesores, a pesar de la enorme carencia. Esta no es sentida por el sistema docente y laboral completamente sino que es un problema en el mundo, ya que una porción significativa de los egresados emigra. Según datos de un relevamiento el 80% de los egresados de medicina durante un periodo de 10 años se fue al extranjero. Inclusive el 48% los médicos que estudiaron en Cuba. En estos días los estudiantes en la calles quemaban cauchos en una huelga en la Facultad de Medicina de tres meses y protestaban fuertemente por un aumento del salario mínimo nacional. En todo este contexto complejo se está promoviendo la realización de una Reforma de la universidad de Haití. Tarea difícil, como todas las reformas universitarias en la región, pero imprescindible en este país. Mientras tanto, miles de soldados latinoamericanos con cascos de las Naciones Unidas cuidan la seguridad en una compleja situación que mucha gente mira expectante y no sin críticas, pero que parece ser el único mecanismo para darle estabilidad a la nación y tal vez integrarla a América Latina de donde debe estar esta primera nación en independizarse. Otra forma de ayudar al país sería un amplio apoyo de nuestras universidades a ese proceso de reformas.
Etiquetas: educación superior, Haiti, reformas universitarias, UEH